EFECTOS DEL CLORO EN LA PISCINA Y EN NADADORES


La cloración es el tratamiento desinfectante mayoritariamente empleado en las piscinas. El objetivo de este método es garantizar el buen estado del agua, y mantener la presencia de un cierto nivel de cloro libre activo para actuar como antiséptico contra la contaminación. En ausencia de un adecuado tratamiento químico, el agua de las piscinas podría transformarse en un medio óptimo para la proliferación de bacterias y hongos, a su vez responsables de diversas enfermedades infecciosas.

En cualquier caso, no sólo se le pueden atribuir efectos beneficiosos a esta sustancia. ¿Cuántas veces hemos salido del entrenamiento tosiendo?

El peso molecular medio del aire es de 29 gr/mol, mientras que el del cloro es de 71 gr/mol, por lo que en las mismas condiciones atmosféricas el cloro es más pesado que el aire y por tanto se acumula a pie de piscina, justo encima del agua, lugar donde los nadadores respiran durante el nado.
Por otro lado, las vías aéreas cambian de diámetro en respuesta a una gran variedad de estímulos. Al realizar actividades que requieran una serie de respuestas motrices prolongadas, como por ejemplo al nadar, se necesita movilizar una gran cantidad de aire, dando lugar a una broncodilatación, sin embargo, cuando se limita este aporte de aire, de la misma forma que si se produjese una exposición a gases irritantes, aparece tos y broncoconstricción, desembocando en una disminución en el diámetro de las vías aéreas.
Esta respuesta de las vías aéreas, se ve agravada y aumentada en el caso de las personas que padecen asma. Los bronquios, son muy susceptibles a estímulos físicos, químicos o farmacológicos por leves que sean, en contraposición a lo que sucede con los individuos sanos. Este fenómeno se denomina hiperreactividad bronquial y puede definirse con mayor facilidad como un estrechamiento desmesurado de las vías aéreas. La broncoconstricción no está limitada a las vías aéreas de los asmáticos; los bronquios de las personas sanas también se contraen si el estímulo es suficientemente intenso. La diferencia entre unos y otros, es la mayor sensibilidad en la captación del estímulo, y por tanto, en la producción de la respuesta.
El cloro es un gas irritante de las mucosas y del aparato respiratorio que puede producir hiperreactividad bronquial. El primer síntoma de exposición al cloro es la irritación de las mucosas oculares, nasales y faríngeas, que va aumentando progresivamente hasta producir dolor. Seguidamente se contraen las vías aéreas, produciéndose una tos refleja, que en casos extremos puede llegar a provocar vómito o incluso edema pulmonar.
Con la presencia de cloro, y al producirse la broncoconstricción (reducción de las vías aéreas como ya se mencionó anteriormente) el paso del aire se ve reducido, de forma que las células sufrirán un aporte menor de oxígeno, y en consecuencia una disminución del rendimiento.
La exposición a concentraciones de cloro a partir de 45 mg/m3 aproximadamente, ocasiona irritación de las membranas mucosas oculares y nasales y, de forma especial, las pulmonares y las faríngeas. En concentraciones superiores a 150 mg/m3 albergan gran peligrosidad, incluso en exposiciones breves.
La concentración de cloro en aire y por tanto estos efectos se verán incrementados con:
- Una ventilación deficiente, que provocará una acumulación del gas a pie de piscina.
- Una concentración excesiva de cloro en agua.
- Una temperatura elevada, que conllevará una mayor contaminación del aire y menor tiempo de permanencia del cloro en el agua.
- Mayor número de nadadores en el vaso.
- Un entrenamiento de mayor intensidad o recreativo donde la agitación del agua sea mayor.
Esta exposición al cloro por parte de los nadadores puede ser perjudicial para la salud, no sólo de una forma aguda, con una clara disminución del rendimiento y síntomas respiratorios y óculo-nasofaríngeos, sino de una forma crónica, afectando la mucosa del árbol respiratorio del nadador.